TRES, DOS, UNO…

TRES, DOS, UNO…

Ayer fue un día de tacos. Mi hermana descongeló un paquete de carne con la intención de hacerla el platillo principal de la tarde. Estos tacos en particular me recuerdan a un símbolo forzado de amor al que me aferré algunos años, pero este espacio no será para darle más atención a gente del pasado. 

Mi nombre es en honor a otra Daniela, tengo 20 años y, según el señor que huele a hot cakes, tengo toda una vida por delante. Me da algo de ansiedad mi futuro, pero trabajo en ello.

Mientras mi hermana agregaba soya al sartén, recordamos que no teníamos cilantro en nuestra alacena foránea, tomé mis llaves y fui a la tienda de la esquina, la que vende el agua de guayaba que me mantiene pendiente. 

Mientras caminaba, sentí la ausencia del sostén que dejé de usar hace unos 4 años. Me sentí feliz y orgullosa de mis atributitos. Llevaba ya toda una semana pensando en una frase o palabra que describiera este espacio, lo que representaría y transmitiera a las personas que leyeran, y me transporté a un día que modelé ropa. La dueña del lugar se incomodó por la silueta de mis mini pezones, pidiéndome taparlos. No encontraron ningún sostén de mi talla. 

PEZÓN. Pez. Pez grande. Bigfish.